El Espíritu Indómito de cada Mujer

En el 20015 la psiquiatra Jean Shinoda Bolen escribió el libro ARTEMISA, El espíritu indómito de cada mujer (del latín in + domitare: incapaz de ser sometido o domado) Ediciones Kairós, y he recogido a continuación algunas ideas de dicho libro como un atributo de las mujeres que tienen a Artemisa como arquetipo activo.

En la mitología, Artemisa es la diosa griega de la caza y la Luna, conocida como Diana para los romanos. Se desenvolvía por la naturaleza armada con un arco y un haz de flechas acompañada por sus perros cazadores, sola o con varias compañeras ninfas. Artemisa es una predisposición arquetípica a las relaciones igualitarias y fraternales con los hombres, da un sentido de hermandad a las mujeres, representa la capacidad de apuntar a un objetivo lejano o enfrentarse a un desafío y prefiere vivir en la naturaleza en lugar de en las ciudades.

Estaba buscando un mito que ejemplificara las cualidades arquetípicas de Artemisa y que funcionara con las mujeres que adoptan desafíos, se aventuran en nuevos campos, se definen a si mismas y ocupan puestos y profesiones que tradicionalmente han sido dominio del hombre, mujeres que se encuentran a gusto con los hombres, cuando mi interés por Atalanta se vio renovado. Ya había escrito algunas pinceladas de Atalanta al final del capítulo dedicado a Artemisa en mi libro, Las diosas de cada mujer. Continué la investigación ampliando su significado y vi como el mito cobraba vida en mi y ante un alumnado internacional al que presenté el mito. Y ahí recordé por qué me había interesado Atalanta.

Atalanta, famosa cazadora y corredora del antiguo mito griego que cuenta la historia de una mujer mortal que al nacer fue abandonada a su suerte para que muriera. Sobrevivió, dicen los narradores, porque estaba “ bajo la protección de Artemisa”.

Atalanta ejemplifica el espíritu indómito en las chicas competentes y valerosas y en las mujeres en que luego se convierten. Estas mujeres tienen agallas, y la pasión y la persistencia de recorrer la distancia , sobrevivir y ganar. Se niegan a abandonar lo que saben que es autentico para si mismas. Estas muchachas y mujeres   con este espíritu indómito son las nuevas protagonistas de muchas novelas leídas y series de ficción de este siglo. Creo que estas emergentes heroínas femeninas surgen en nuestra conciencia individual y cambian los supuestos sobre las mujeres en las mujeres.

Katniss Everdeen es un Atalanta en la trilogía Los juegos del hambre; Lisbeth Salander es el aspecto oscuro de este mismo espíritu en Los hombres que no amaban a las mujeres, de Stieg Larsson. También veo a Atalanta en Anastasia Steele, el personaje principal de Cincuenta sobras de Grey, de E.L. James, que se aventuro en el mundo salvaje de las emociones y la sexualidad.

Son mujeres con un espíritu interior que no se somete, una voluntad inquebrantable. Cada una a su manera es una persona extravagante independiente y valerosa que se encuentra en territorio ignoto (la metafórica naturaleza salvaje, el reino de Artemisa).

Los arquetipos son modelos, maneras innatas de ser y reaccionar que están en el inconsciente colectivo. Todos ellos son potenciales , y cualquiera de ellos puede, durante un tiempo ser muy importante y subyacer en una fase de la vida. Los arquetipos son un modo de “agarrarle la mano a uno”, de ver la geografía psicológica de la persona.

Hay cosas, personas y lugares que generan un profundo eco en el arquetipo que está en nuestro interior. Ser capaz de realizar elecciones basándonos en nuestra alma, en nuestro corazón y en nuestro arquetipo nos da pasión por vivir y una vida con significado personal. Eso solo es posible cuando somos “ libres de ser tú y yo”, libres de condicionamientos y tenemos la oportunidades y libertad de elegir un camino del alma. El hecho de que sea posible seguir una fuerte intuición, de que esta es la dirección que debemos tomar, o de que esta llamada o este amor es el adecuado, exige tener libertad de acción. A menudo no nos damos cuenta de hacia donde vamos, pero sabemos que pinta bien.

Volviendo al mito de Atalanta, al mismo tiempo que ella nace, en el vecino reino de Calidón otro rey espera con impaciencia el nacimiento de su primer hijo Meleagro. Ya convertido en un hombre, un día en que Meleagro sale de caza, oye el bramido de un gran osa, la misma que crio a Atalanta, lanza una flecha contra el animal y lo hiere de gravedad. Atalanta le sale al paso, decide vengarse y matar a Meleagro. Es la primera vez que lucha con un ser humano como ella, la primera vez que entra en contacto con una piel y no con el pelaje. Sin embargo, mientras forcejean, surgen en Atalanta nuevos sentimientos y nueva curiosidad. Sea como sea, Meleagro y Atalanta se convierte en pareja. Se vuelven famosos, se les ve cazando juntos pero para la madre de Meleagro, no es la joven más adecuada para convertirse un día en reina. Mientras tanto, el rey tiene un gran problema entre manos: un jabalí enorme enviado para destruir su reino por la enojada Artemisa al haber declinado honorarla en los ritos anuales. Y es Atalanta con certera puntería la que lanza una flecha que se clava en un ojo, hace tambalear al animal y Meleagro le asesta el golpe mortal. ¡El jabalí está muerto!. El joven tiene derecho a cobrarse el pelaje, pero en lugar de reclamarlo para sí, se lo regala a Atalanta. Es un trofeo importante. Los tíos de Meleagro, hermanos de su madre, están enfurecidos. Un premio de tal envergadura no debería ir a parar a una mujer y se enfrentan a ella. Y Meleagro reacciona, rebana la cabeza a ambos, con lo que acalla toda protesta.

Al enterarse la madre de la muerte de sus hermanos, se dirige al lugar donde tenia escondido el tronco que había rescatado de las llamas, cuando su hijo nació, porque Átropos, una de las tres moiras, le anunció que el día en que el tronco se quemara del todo su hijo moriría. Y enloquecida ordena que enciendan el fuego y lo arrojen a las llamas.

Atalanta y Meleagro no regresan al castillo tras la caza. Permanecen juntos en su hogar, la naturaleza salvaje. Están abrazados cuando, de repente, el rostro de Meleagro se ennegrece como si se le hubiera quemado y se convierte en cenizas y muere. Tras la muerte de Meleagro, Atalanta vaga sola por los bosques. Es el momento del duelo. Atalanta no puede recuperar esa vida. Está en una transición mayor. Es el momento entre lo que fue y lo que tiene que venir. Tras la desaparición de Meleagro no hay nada que la detenga allí, y nadie que le importe. Así es como abandona Calidón y viaja a través de los bosques y de las colinas hacia Arcadia, la tierra que la vio nacer.

No hay duda de que podemos aplicar este concepto a Cheryl Strayed, autora de Salvaje (2013), donde escribe sobre la travesía de 1600 kilómetros de distancia y tres meses de duración que emprendió en solitario.

La “necesidad de un impulso” es lo que llama la atención de Strayed. Alguna vez había oído hablar del sendero de la cresta del Pacífico. No existía ninguna razón lógica que explicara la atracción que sentía por él, y mucho menos el hecho de tener que recorrerlo. No entendía por qué, pero en su interior había esta necesidad imperiosa. Cuando Cheryl estaba considerando divorciarse, se dio cuenta de que no podía seguir utilizando el apellido de casada ni volver a ser la chica de antes. Probo con varios apellidos, hasta que la palabra Strayed (“extraviada”) le vino a la mente. Consultó el significado: “Alejarse caminado del camino adecuado, desviarse del rumbo directo, perderse, asalvajarse, no tener ni padre ni madre, no tener casa, moverse sin cesar en busca de algo, divergir o divagar”. Y supo que ese sería su apellido. Estaba siguiendo un conocimiento interior y esto es decisivo para vivir la vida con autenticidad, la tuya y no el mapa que se espera que sigas. Reconocer la gnosis, que es el conocimiento que se siente intuitivamente, es saber lo que te parece verdadero.

A continuación viene la siguiente pregunta, que es muy significativa: ¿seguirás hacia donde te lleva el instinto?. Para Cheryl Strayed, la muerte reciente de su madre, el final del matrimonio y las malas decisiones que había tomado como consecuencia fueron los antecedentes de que decidiera seguir su sabiduría interior. El sendero en el que se embarcó la llevo al desierto del Mojave a la cordillera de las Cascadas, y a reflexionar y meditar sobre su vida recurriendo a la perseverancia y al corazón cuando la marcha era dura, y hallando la gracia y la gratitud por lo que experimentaba y descubría de si misma. De esta manera alcanzar la meta se convierte en algo casi accidental comparado con la experiencia. La belleza y la intemporalidad se encuentran en la naturaleza salvaje y en ti misma cuando dejas atrás la vida habitual y sigues el impulso que te lleva a hacer lo que amas y ser lo que quieres ser.